Una empresa, un edificio o una instalación, al tener cierto tamaño, empiezan a echar en falta tener un sistema de control de accesos que pueda determinar quién entra y a qué zonas se accede. Esto es muy práctico, como te decíamos, en las empresas que tienen zonas o espacios restringidos para determinados empleados. Los almacenes, por ejemplo, u otro tipo de salas en las que se guarde y exista un material un tanto delicado. Para todos estos supuestos, el control de accesos es una solución práctica y efectiva. Ahora bien, hay varias opciones entre las que puedes elegir para su instalación; te las explicamos.

Los principales sistemas para regular el control de accesos

Toma nota para ver cuál es el que más te conviene. Nosotros podemos ofrecerte un control de accesos adecuado.

1. Control de acceso con presencia biométrico y apoyado por teclado y radiofrecuencia

De todos los modelos de instalación que se suelen manejar, este es, por lo general, el más completo. ¿Dónde están sus singularidades? Pues lo que lo hace destacar por encima del resto, sin lugar a dudas, es la incorporación de tarjetas de radiofrecuencia. Imagina un espacio al que solo unas pocas personas puedan acceder, una manera de justificar su presencia puede ser a través de tarjetas de proximidad. Es decir, estas se pasarían por un pequeño escáner de radiofrecuencia que controlaría los accesos, permitiéndolos o no. Además, existe otro complemento, ya que, al fin y al cabo, una tarjeta se puede robar. Y sería el teclado, para introducir un código o una contraseña a elección del cliente. Además, otra posibilidad en este sistema está en que permite almacenar huellas digitales. Sin lugar a dudas, este es uno de los puntos más importantes e interesantes, ya que imposibilita la suplantación. En definitiva, este modelo goza de total seguridad y, por lo general, es el más completo que se puede encontrar. Suele estar conectado a un sistema centralizado.

2. Presencia biométrico y con teclado

Este control de acceso es, prácticamente, idéntico al anterior, con la salvedad de que no reconoce las tarjetas de radiofrecuencia que se aproximan al lector. Por lo demás, cuenta también con un teclado de seguridad y con el reconocimiento de la huella digital. ¿Por qué apostar por este modelo y no por el anterior? Dependerá, en cualquier caso, del espacio que quieras controlar. Las ventajas de este sistema están, principalmente, en su precio, que es más económico que el anterior. ¿De qué dependerá, entonces, elegir el uno o el otro? Pues eso suelen ser decisiones que atienden más a los protocolos internos de seguridad. Es cierto que la tarjeta de radiofrecuencia, por ejemplo, se puede robar, pero sin la huella y la contraseña del teclado no tiene ninguna utilidad. En cualquier caso, siempre añade un plus de seguridad con el que es importante contar en según qué ocasiones.

3. Presencia y reconocimiento facial

Este control sigue también patrones biométricos de reconocimiento corporal. En este caso, de reconocimiento facial. Atiende a pautas que se identifiquen en el rostro de la gente para almacenarlas y, a partir de ahí, permitirles o no el paso en base a qué se haya escrito en el sistema. A nivel de seguridad, resulta mucho más simple, ya que no tiene tantas opciones como los anteriores, pero esto no le resta seguridad, todo lo contrario. Generalmente son patrones de reconocimiento muy exactos y, por ende, difíciles de burlar. ¿Cuál sería el problema que plantearía este modelo? O, mejor dicho, su principal inconveniente: la memoria de almacenamiento. Generalmente, no suele pasar de los 400 usuarios. Mientras que sistemas como los dos anteriores llegan, en ocasiones, a los 2000 usuarios almacenados o registrados. Es importante señalar este criterio porque también supone una ayuda para discernir qué sistema de control de acceso puede ser más oportuno para ti.

4. Controles para el exterior

Estos, en lugar de cubrir o de proteger espacios internos de un edificio sirven, precisamente, para garantizar el control del exterior del mismo. Es decir, para los que quieran acceder a él. Aquí puedes elegir una gran variedad de modelos o de formas de regular dicho control. Desde el control de huellas al reconocimiento facial pasando también por las tarjetas de radiofrecuencia. El principal riesgo que se corre con este tipo de sistemas es que, al encontrarse expuestos en el exterior, pueden ser golpeados o dañados con premeditación. Pero generalmente cuentan con sistema para evitarlo. Por ejemplo, con una carcasa antivandalismo o alarmas para que la puerta no se abra si alguien intenta desactivar el sistema o acceder a él sin estar autorizado.

5. Un control externo con teclado incorporado

Este es el modelo más simple de seguridad que existe por varios motivos. Para empezar, sencillamente se trata de un teclado que permite el acceso o no al interior de un edificio. Basta con teclear la contraseña, no exige ni reconocimiento de ningún tipo ni dispone tampoco de memoria. ¿Qué significa esto? Pues que no se puede saber quién entra ni quién sale, ni existe un registro claro de los movimientos que se producen. Básicamente es una cerradura, pero más sofisticada. Existe la opción, eso sí, de tener una carcasa antivandalismo, ya que al estar en el exterior necesita también algún tipo de protección o resguardo. Pero, en cualquier caso, no hay posibilidad de conectarlo a ninguna red interna. Ello, finalmente, limita mucho su funcionalidad. Puede servir, por ejemplo, para almacenes o para espacios poco concurridos y alejados en los que tampoco haya materiales de valor. O quizás como complemento a un sistema de vigilancia algo más sofisticado. En cualquier caso, todos estos sistemas que hemos mencionado tienen su utilidad y su sentido. Basta con que primero pienses en los objetivos de seguridad y protección que persigues para que luego valores cuál será el mejor sistema que puedas conectar. En conclusión, un control de acceso puede limitar el personal que entre o salga de un lugar. Y, elegir un modelo u otro, va a depender del espacio, de las condiciones y de las necesidades que tenga tu empresa o instalación.
Control de accesos